La Alianza Evangélica pide responsabilidad para conformar gobierno en España

17.08.2016 18:28

La Alianza Evangélica pide responsabilidad para conformar gobierno en España

 

Las recientes re-elecciones han dejado unos resultados poco diferentes de las anteriores, con no pocas dificultades para la gobernabilidad: la aritmética puede permitir preparar un gobierno con los apoyos mínimos necesarios, o incluso uno en minoría, pero será más difícil articular un soporte parlamentario suficiente para asegurar estabilidad para toda la legislatura.

 

Hay que saber procesar con inteligencia política y responsabilidad la situación que se presenta ahora, y en este sentido, como Alianza Evangélica nos animamos a pedir a los diferentes partidos que aborden este proceso de conformación de gobierno con una actitud constructiva, pensando en país.

 

1. Entendemos que no es fácil sentarse a dialogar y ceder mutuamente ante adversarios políticos a los que se ha descalificado sin tregua hasta hace sólo unos días. Llamamos así a modular el tono de las campañas electorales: que se rebaje la crispación para dejar escuchar las diferentes propuestas programáticas, que se agreda menos al contrario y se expliquen más los programas propios. Dos elecciones consecutivas han minado aún más la credibilidad de los partidos políticos y de sus líderes. Es preciso trabajar activamente en recuperar esa credibilidad, pero para ello es necesario comenzar a ejercer una discrepancia inteligente y respetuosa, que es capaz de apreciar lo positivo del otro mientras que se presentan opciones coherentes en aquello en lo que se discrepa. Es muy necesario que los ciudadanos volvamos a recuperar la convicción de que el objetivo de la acción política no son las estructuras y los intereses de los partidos, sino los ciudadanos mismos, el país.

 

Reclamamos igualmente a los medios de comunicación que evalúen su papel en la transmisión de mensajes en los períodos electorales, evitando el lenguaje descalificador y la parcialidad en detrimento de la simple explicación de la realidad.

 

2. Animamos a que en las actuales conversaciones entre partidos el foco se ponga más en los programas que en las incompatibilidades personales. Pedimos que se renuncie a la subasta de cargos y se trabaje más en la transacción de propuestas programáticas, buscando activamente áreas de acuerdo: reclamamos más diálogo sobre programas que sobre personas o cargos. Necesitamos comprobar que los partidos políticos son capaces de colaborar entre ellos por el bien de la nación y que eso lo van a hacer con algo tan democrático como el diálogo, la discrepancia ideológica, los pactos, los gobiernos de coalición cuando así resulte del mandato democrático, etc.

 

Con sus permanentes invocaciones a las "líneas rojas" y sus reiteradas negativas a pactar nada con "los de enfrente", a nuestros representantes se les ha olvidado que la función fundamental de un político es negociar y pactar, y que para eso justamente los hemos elegido.

Pedimos así una actitud de oídos abiertos al otro y que en las próximas semanas se renuncie al postureo, a la rentabilización de la imagen propia. Creemos que es normal el contraste de modelos, incluso la incompatibilidad de propuestas programáticas, pero pedimos que se expresen con franqueza y que no sirvan de disculpa para la demonización o el veto descalificador del contrario.

 

3. Pedimos que esta actitud impere también en los debates parlamentarios de la legislatura que comienza, porque los diversos grupos nos han aburrido con sus permanentes descalificaciones mutuas, vacías de verdadero contenido político; queremos que la vida parlamentaria nos vuelva a interesar a la ciudadanía, que no tengamos la sensación de que todo debate en las Cortes es aburridamente previsible, que se recupere altura en la actividad parlamentaria y se vuelva a hablar más de ideas y modelos de construcción del país, en fin, que los parlamentarios prediquen diálogo, tolerancia y espíritu constructivo con su propio ejemplo.

 

4. Pedimos igualmente coherencia, que no valga todo para alcanzar el poder; nos produce vergüenza ajena ver cómo lo que ayer se afirmaba hoy se niega sin rubor; no es de recibo apelar a la excusa de que “es un tiempo político diferente”. Reclamamos que, como norma, lo que se nos ha prometido en la campaña electoral se cumpla y que, si las necesidades de acuerdo exigen modificaciones, se nos expliquen estas razonadamente y se evite la desvirtuación de las propuestas programáticas fundamentales.

 

5. Y, salga el gobierno que salga, queremos que el período que comienza sea diferente, que se sustituya la crispación por el respeto y los vetos por la voluntad de concertación, porque hay áreas fundamentales en las que será necesaria esa concertación entre todos los grupos, como el diseño de un modelo educativo estable, la política general de servicios sociales, la reforma fiscal, la articulación territorial, la política exterior o la negociación con la UE del cumplimiento del déficit.

 

Si consiguiéramos avanzar como país en el entendimiento entre nosotros, la valoración de los demás y el reconocimiento de la diversidad de nuestra historia y cultura, seríamos un país más influyente y transformador en una Europa cuya contribución en este momento histórico de globalización es decisiva.

 

6. Animamos al próximo gobierno y a la oposición a que en las conversaciones de estos días piensen en construir país y que en la legislatura que se inicia piensen más en las personas y menos en los clichés ideológicos. Como protestantes, defensores durante siglos de la diversidad y la libertad de conciencia, reclamamos que la tolerancia fluya ahogando prejuicios, actitudes inquisitoriales y vetos, y que la discrepancia no se ataque desde la descalificación y la amenaza, sino se entienda como una oportunidad de concertación.

 

7. Finalmente pedimos a los candidatos que nos ahorren unas terceras elecciones consecutivas. Es preciso que los partidos realicen una necesaria tarea de autocrítica, en lugar de devolver la pelota a los ciudadanos, como si fuesen estos los que se han equivocado al emitir el voto.

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